Muchos rasgos de la lengua gallega son calcados por las personas que siendo gallegohablantes se expresan en castellano. Esto sucede en mayor medida si estos hablantes adolecen de una formación adecuada y ni siquiera son conscientes de que "fusionan" aspectos de las dos lenguas.
Aquí se presenta esta pieza inventada a propósito para que la analicéis:
- Tucho, te voy dicir cuatro cosiñas... ¿Qué rosmas? Soy, Pili, tu suegra... ¡Ay, que no te da xeito el teléfono, claro! Pues, sale de ahí y ponte en otro sitio. ¿Y luego no puedes usar el manos libres o no te aquellas con él? Mejor te fuera si tiraras con el móvil de aquella cuando eses comerciales de Bovistar vos petaron en la puerta y no los sentisteis. Mira... no me loquees con tus trapalladas que eres un comenencias y no quieres gastar los cuartos. Mira... ¿Tú pensastes que porque Alicia vaia en Sanjenjo ajunta tuya, vamos ser nosotros quien apandemos con ese monte de trabajo?... ¿Lo qué?... ¡Y no te iba allá!... ¡Era buena!... ¡Ay, mi madriña! No damos hecho pero a ti no te llega... ¡Vaia por dios!... Pues mira, por mí ya poderíais contertarvos con que esteamos aquí en Rianjo anque orballó todo el día, en esta leira cheirenta que además está toda llena de pozas, para pañar las fabas y los chícharos que tanta ilusión vos hacía y que parecen medios podres. Y por encima, yo tengo que andar a cargar con la niña en el colo, que por cierto te le están a picar los bichos y mientras se andaba a rabuñar la cara, me rempujó y hubimos de matarnos las dos. Y lo peor de todo es que ahora tengo un dedo esmagado, casi escordado, y la canilla toda mazada. Y me duele a rabear porque a la mañana, después de almorzar a las ocho, tu suegro y más yo dejamos los pocillos espallados por la cocina y andamos tres kilómetros desde la eira de casa hasta la parada, onde cogimos el autubús para vinir lo más pronto posible, porque el coche lo tiníamos en el alboio y no topamos las llaves de la fechadura. Y mira, aún ahora estamos a llamar por tu madre para que nos dea su llave del faiado para guardar allí los baldes de plástico al acabarnos. Pero nada, la pobriña no escucha. Ya vos tengo dicho muchas veces que habería que hacer más copias. Y mira, Tucho, recuérdate de dicirle a Alicia que el calacú que trajo no coge en la nevera, así que escoja otro y más que coja pejigos... ¡ah! y mas el unto y el sal para el caldo y un paquete de harina para las chulas. Hasta lueguiño, ienro.
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