Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid, ha sido desde siempre uno de los personajes históricos más llamativos y más representativos del Medievo hispano. La figura del Cid ha sido presentada como la del perfecto caballero cristiano, el padre de familia ejemplar, el paladín del cristianismo frente al Islam. Pero, ¿quién era el Cid?
A inicios del siglo XI, Castilla era un pequeño reino que se había hecho a base de guerra y derecho, convirtiéndolo en el Estado más dinámico de la península Ibérica. Fue en ese reino donde Rodrigo Díaz de Vivar nació hacia el año 1043, probablemente en la aldea de Vivar (Burgos), en el seno de una familia de baja nobleza. A los catorce años fue enviado a la corte de Fernando I para servir como paje del príncipe Sancho, con quien forjó lazos estrechos.
Fernando I muere en 1065, pero antes dividió sus dominios entre sus tres hijos, siendo Castilla para Sancho (ahora Sancho II), quien nombró a Rodrigo alférez, o portaestandarte, además de ser uno de sus colaboradores más cercanos. Debido a ello participa en la guerra de los Tres Sanchos, Sancho IV de Navarra y Sancho Ramírez de Aragón por el control del reino de Zaragoza. Fue en este marco cuando Rodrigo se batió en duelo con Jimeno Garcés, caballero navarro, al que vence, siendo éste hecho el que lo comenzó a hacer famoso. A partir de ello se le llamaría Campi Doctor, experto en el campo de batalla, o Campeador.
Sancho II era un hombre muy ambicioso y soñaba con unificar el reino que su padre había dividido para gobernarlo él. Así que en cuanto pacificó la frontera oriental, revisa el testamento de su padre y, al ser el primogénito, reclama las Coronas de sus hermanos: a Alfonso la de León y a García la de Galicia. Sancho derrota a sus hermanos y se erige en rey de una Castilla de nuevo unificada, aunque en muchos lugares se discutía su soberanía.
Pero Urraca, hermana de Sancho y señora de Zamora, no acepta los afanes expansionistas de su hermano y lo obliga a ir a aquella ciudad para someterla. En el asedio Sancho es asesinado por Bellido Dolfos, soldado zamorano que fingió cambiar de bando. Muerto Sancho sin descendientes, la corona recae en Alfonso, a quien se proclama rey de Castilla como Alfonso VI. Este hecho pone a Rodrigo en una situación muy complicada ya que su protector era Sancho, y Alfonso había sido vencido por el Cid en múltiples ocasiones. Es entonces en un ambiente de mucha desconfianza, cuando se produce un hecho de dudosa veracidad pero que será conocido como la jura de Santa Gadea, donde Rodrigo, en nombre de la nobleza castellana le exige a Alfonso que jure que no haber estado implicado en el regicidio de su hermano Sancho.
Rodrigo pierde su posición de alférez, pero no es marginado por Alfonso, más próximo a la nobleza leonesa, se esfuerza por mantener buenas relaciones con los nobles de Castilla. Rodrigo quiere ser nombrado conde, y como no lo consigue, decide regresar a Burgos y casarse el 2 0 de julio de 1074 con Jimena Díaz, hija del conde de Oviedo y sobrina segunda del rey, y con quien tendrá tres hijos: Diego, Cristina y María. Sin embargo, sus tierras son demasiado pequeñas para alguien con sus pretensiones, además de que las relaciones con el rey no son del todo buenas.
En ese tiempo existían los reinos taifas, esto es, reinos musulmanes independientes que aparecieron en 1031, tras la disolución del califato de Córdoba (Estado unificado bajo el poder de un Califa creado en 929 por Abdemarrán III). Fue en uno de esos estados independientes a donde fue enviado Rodrigo por asignación directa del rey, a la importante misión de recaudar las parias, o tributos, del rey musulmán de Sevilla. La finalidad de dar esos tributos era garantizar que los cristianos, que tenían el poder militar, no les acometiesen a ninguno de los reinos taifas.
En ese tiempo existían los reinos taifas, esto es, reinos musulmanes independientes que aparecieron en 1031, tras la disolución del califato de Córdoba (Estado unificado bajo el poder de un Califa creado en 929 por Abdemarrán III). Fue en uno de esos estados independientes a donde fue enviado Rodrigo por asignación directa del rey, a la importante misión de recaudar las parias, o tributos, del rey musulmán de Sevilla. La finalidad de dar esos tributos era garantizar que los cristianos, que tenían el poder militar, no les acometiesen a ninguno de los reinos taifas.
Sin embargo, existía una clara descoordinación en la política exterior castellana y El Cid se enfrentó y venció contundentemente a García Ordoñez. Este hecho, que se consideró una humillación excesiva, afectó las relaciones de Rodrigo con Alfonso VI, porque al parecer García Ordoñez era uno de sus principales colaboradores, aun y cuando Rodrigo regresó a Castilla con muchas riquezas que entregó al rey. Después se retiró a sus tierras, esperando el ser nombrado conde, título al que se creía con pleno derecho pues muchos nobles con menos méritos que él ya lo eran. Para el año 1081 Rodrigo se encontraba a plenitud, tenía 35 años, una esposa a la que amaba y tres hijos sanos.
Ese año, Alfonso VI partió hacia Toledo para ayudar a su rey Al Qadir, de quien era protector, para sofocar una rebelión. En su ausencia, una partida de musulmanes atacó y saqueó pueblos de Soria y el castillo de Gormaz, regresando con un gran botín. Rodrigo decidió vengarse, en parte porque allí tenía propiedades, y organizó una mesnada, pero lo hizo sin la autorización del rey, llegando a tierras toledanas, a las que asoló atrozmente. Pero este hecho, por muy justificado que fuera, ponía en un aprieto diplomático a Alfonso VI que estaba obligado a proteger Toledo si no quería romper su alianza con el musulmán, así que era vital no dejar sin castigo el ataque. En cuanto se enteró el rey, estalló contra Rodrigo, decretando su destierro, posiblemente a instancias de García Ordoñez y la nobleza. Rodrigo dispuso de nueve días a partir del primero de julio para partir, respetándosele sus posesiones y pudiendo dejar a su esposa e hijos en ellas.
Esta nueva situación obliga a Rodrigo a una nueva vida que muchos consideran como de mercenario. Partió para Burgos, donde dejó a su familia. Después se fue con el conde Barcelona, siendo rechazado, para luego ponerse en el verano de 1081 a las órdenes del taifa de Zaragoza, Al-Muqtadir, a quien conoció en la batalla de Graus años atrás. Además Zaragoza estaba lejos del área de influencia de Alfonso VI, a quien no quería enfrentarse para lograr algún día su perdón. Era una relación que beneficiaba a ambos, a Al-Muqtadir le convenía Rodrigo porque era un experto soldado y conocía bien los entramados políticos, y al Cid porque así podía alimentar a los hombres que salieron al exilio con él.
Ese año, Alfonso VI partió hacia Toledo para ayudar a su rey Al Qadir, de quien era protector, para sofocar una rebelión. En su ausencia, una partida de musulmanes atacó y saqueó pueblos de Soria y el castillo de Gormaz, regresando con un gran botín. Rodrigo decidió vengarse, en parte porque allí tenía propiedades, y organizó una mesnada, pero lo hizo sin la autorización del rey, llegando a tierras toledanas, a las que asoló atrozmente. Pero este hecho, por muy justificado que fuera, ponía en un aprieto diplomático a Alfonso VI que estaba obligado a proteger Toledo si no quería romper su alianza con el musulmán, así que era vital no dejar sin castigo el ataque. En cuanto se enteró el rey, estalló contra Rodrigo, decretando su destierro, posiblemente a instancias de García Ordoñez y la nobleza. Rodrigo dispuso de nueve días a partir del primero de julio para partir, respetándosele sus posesiones y pudiendo dejar a su esposa e hijos en ellas.
Esta nueva situación obliga a Rodrigo a una nueva vida que muchos consideran como de mercenario. Partió para Burgos, donde dejó a su familia. Después se fue con el conde Barcelona, siendo rechazado, para luego ponerse en el verano de 1081 a las órdenes del taifa de Zaragoza, Al-Muqtadir, a quien conoció en la batalla de Graus años atrás. Además Zaragoza estaba lejos del área de influencia de Alfonso VI, a quien no quería enfrentarse para lograr algún día su perdón. Era una relación que beneficiaba a ambos, a Al-Muqtadir le convenía Rodrigo porque era un experto soldado y conocía bien los entramados políticos, y al Cid porque así podía alimentar a los hombres que salieron al exilio con él.
Un incidente un tanto enigmático supuso la reconciliación con Alfonso VI. El alcaide del castillo de Rueda se sublevó contra el taifa de Zaragoza y ofreció la plaza a Alfonso VI, con la única condición de que el rey en persona fuera a hacerse caso. Los castellanos, bastante confiados, fueron a recibirla, pero al entrar cayeron en una emboscada, muriendo varios nobles importantes ese día aunque el rey pudo alejarse del peligro. El Cid, al enterarse, acudió de inmediato para aclararle que él no había tenido nada que ver y Alfonso lo perdonó y lo invitó a regresar a Castilla. Parece que no le convenció del todo el perdón dado por el rey, porque Rodrigo regresó a Zaragoza donde permaneció varios años defendiéndola de los reinos taifas, los catalanes y aragoneses.
http://guetodeideas.blogspot.com.es/2010/06/el-cid-campeador-heroe-traidor-o.html
Morte de rei es una novela de Darío Xohán Cabana, publicada en 1996 en la que se tratan estos acontecimientos históricos
http://gl.wikipedia.org/wiki/Morte_de_rei
¿Te apetece leer sobre estos personajes?
http://gl.wikipedia.org/wiki/Morte_de_rei
Ignacio Escolar ofrece mayor información acerca del mito del Cid contrastada con los datos históricos que se conocen de Rodrigo Díaz:
http://www.eldiario.es/escolar/Cid-mito-realidad_6_87901223.html