martes, 28 de enero de 2020

COMENTARIO CRÍTICO: LENGUAJE INCLUSIVO




Leed atentamente estos dos artículos afines por la temática tratada en ambos. 
El de Álex Grijelmo, de hecho, ya lo habíamos trabajado en clase con anterioridad a propósito de su contenido morfológico.
Ahora se os propone redactar un comentario crítico centrado en la conveniencia de regular el lenguaje inclusivo en nuestro país. ¿En qué consiste el lenguaje inclusivo? ¿Cuál es tu criterio respecto a la cuestión? ¿Cómo ha ido evolucionando la sociedad española en este sentido?
El gobierno del presidente Sánchez propuso a la Real Academia Española que se planteara la oportunidad de revisar el texto de la Constitución de 1978 para eliminar cualquier tipo de discriminación sexista en su redacción. 
Por su parte, el informe emitido por la RAE solamente avalaría ciertos desdoblamientos de género muy puntuales, como rey y reina o príncipe y princesa puesto que la heredera del actual jefe del estado es mujer.


Enlace a la noticia tratada en RTVE

Enlace a la noticia en EL PAÍS



Pronóstico
Les propongo un ejercicio muy sencillo. Abran su navegador, tecleen “Carmen Polo de Franco”+“Presidenta” y estudien los resultados. En primer lugar encontrarán seguramente —gracias a la magnífica hemeroteca digital del diario Abc— una noticia del 20 de junio de 1952. La esposa del Caudillo, presidenta de honor de Cruz Roja Española, visitaba Barcelona. La palabra clave es, por supuesto, presidenta. En 1952 la paridad no existía ni siquiera como concepto teórico, pero cuando una mujer llegaba a la cúspide de una organización no era su presidente, sino su presidenta. Al hablar de la esposa del Caudillo, no se consideraba que el masculino la representara. Y no pretendo discutir la condición neutra del término “ente”, pero sí me atrevo a apuntar que no existe el artículo neutro en español. Sin embargo, la solución no sería que la RAE recomendara desdoblar el artículo, porque la expresión “la presidente” chocaría frontalmente contra la costumbre de los hablantes, en 1952 y mucho antes. Por otra parte, la Constitución no es un texto cualquiera. En la medida en la que aspira a representar, amparar y garantizar los derechos de la ciudadanía de este país, creo que desdoblar los sujetos de las frases que aluden a todos los habitantes de España sería una medida justa, pertinente y oportuna, muy alejada de ciertas propuestas radicales que han sembrado estupor en la sociedad. Todavía no sabemos el grado de éxito que el lenguaje inclusivo conquistará en el futuro, aunque no tengo la menor duda de que su oposición está condenada al fracaso. Y la violenta grosería con la que en todos los órdenes, verbal, personal, moral e intelectual, se manifiestan sus enemigos, no logrará otra cosa que acelerar un triunfo inevitable.
Almudena Grandes, EL PAÍS, 27 de enero de 2020.





“La presidente” del Congreso, según Vox
Yo creo que el diputado Iván Espinosa de los Monteros, de Vox, felicitó a Meritxell Batet como presidenta del Congreso sólo para llamarla cuatro veces “la presidente”.
Por Internet, WhatsApp y otras calles y mercados circula desde hace años un texto con la errónea explicación de una supuesta profesora de lengua contra la forma “presidenta”. En ella se confunde el sustantivo “ente” con el sufijo –nte (o, por decirlo mejor, con el infijo –nt y las terminaciones –e y –a que marcan el género). Muchas personas han tomado por buenos sus falsos argumentos.
Lo que ocurre en realidad es que la tuerca -nte que se ensambla en ciertas palabras no procede de “ente” (el ser, el que es), sino que este término contiene también esa pieza. Además, los sufijos –nte y -nta no se adhieren sólo a verbos, sino que sirven para expresar que algo o alguien ejecutan la acción evocada en la raíz (ya sea una raíz castellana o ya se heredase del latín). Estos vocablos pueden relacionarse con un verbo conocido (“actuante”, “apoyante”, “leyente”)… o haber vuelto opaco su rastro latino para la conciencia popular (“reticente”, “detergente”, “gerente”…); o proceder de un sustantivo (“comediante”, “abracadabrante”).
Quien redactara la citada negación de “presidenta” parecía desconocer que esa voz entra en la lengua castellana un siglo antes que “presidir”, pues se registra en 1495; mientras que el verbo aparece en 1607 (Corominas y Pascual). Por tanto, “presidente” no se puede considerar una derivación verbal desarrollada en nuestro sistema; sino un sustantivo previo y, por tanto, más favorable a la flexión de género.
Por ejemplo, se lee en 1614 en un documento relativo al nombramiento de “presidenta y priora” del convento de las Trinitarias de Madrid. Y este femenino figura en el Diccionario académico nada menos que desde 1803 (“la que manda y preside en alguna comunidad”).
Además, otras muchas palabras que terminan en –nta nos acompañan desde hace decenios: “clienta”, “intendenta”, “parienta”, “parturienta”, “gerenta”, “lianta”, “principanta”, “hambrienta”, “harapienta”, "tunanta", “pretendienta”, “comedianta”…; aunque también usemos otras que no se desdoblan: “cantante”, “dirigente”, “representante”, “atacante”, “estudiante”…, vocablos estos últimos en los que el pueblo sigue percibiendo en primer plano la actividad del verbo, más que la individualidad del sustantivo.
¿Qué sucede entonces con “presidente” para que alguien crea que no puede mutarse mediante la flexión del femenino? Pues ocurre que, además de desconocer que había llegado antes que “presidir”, algunos no ven reparo en que existan “sirvientas”, “asistentas” y “dependientas”, pero sí en que el femenino alcance a las mujeres que desempeñan un puesto de alta responsabilidad o de gran poder político.
Ahora bien, en algunos países de América se ha mantenido la opción “la presidente”. No hay nada que oponer, porque eso forma parte del habla de cada lugar y con tal formulación no se oculta que se trate de una mujer (gracias al artículo). La misma información nos da “la presidente” que “la presidenta”.
Sin embargo, resulta chusco que en un ámbito donde el pueblo ha extendido sin discusión “la presidenta”, como en España, un representante de ese mismo pueblo elija la alternativa “la presidente”.
El genio del idioma es analógico, y “la presidenta” dispone, como hemos visto, de historia y antecedentes (analogías) que posibilitan esa flexión en femenino. Elegir en España “la presidente” no son ganas de cuidar la gramática, son ganas de tocar las narices.
Álex Grijelmo, EL PAÍS, 12 de diciembre de 2019.





Orientaciones de la CIUG sobre el comentario crítico:
 

1. Deberás tratar de convencer con argumentos y contraargumentos. 
2. Deberás organizar tu texto debidamente; puedes estructurarlo en partes (sin indicarlas) como, por ejemplo,  tesis, argumentación y conclusión. 
3. Deberás manejar los recursos lingüísticos adecuados: verbos de pensamiento, de duda, adverbios y  conectores que faciliten la exposición de argumentos, fórmulas que impliquen al receptor, etc. 
4. Valoraremos la corrección y la adecuación del lenguaje a lo que se solicita, prefiriendo siempre la sencillez a los tópicos y a las fórmulas de relleno. 
5. Deberías ser capaz de detectar los criterios en los que se basa el autor para defender lo que dice. 
6. Deberías ser capaz de añadir ejemplos que ilustren tus argumentos o contraargumentos y deberías ser capaz de llegar a conclusiones, aunque sean provisionales. 
7. No se trata de realizar un análisis formal del texto, aunque podrás referirte a algún rasgo formal si estimas que contribuye a reforzar tu argumentación. 
8. Penalizaremos el hecho de repetir el texto, que digas obviedades, que emplees frases huecas o insustanciales, registros coloquiales o que cometas errores de expresión o ortográficos. Insistimos en que no preguntamos por tipología textual ni por rasgos formales del texto. Se trata de comentar  críticamente el contenido. No se recomienda repetir datos externos que figuran en el propio texto (“él texto  fue escrito por tal autora el autor  y publicado en tal cierra en tal periódico…”). 
9. La extensión aproximada del comentario estará entre 30 y 50 líneas.