sábado, 30 de abril de 2011

HA MUERTO ERNESTO SÁBATO


Informe Semanal (rtve) - Muere Ernesto Sábato



30 abr 2011


El escritor argentino Ernesto Sábato ha muerto este sábado a los 99 años en su casa de las afueras de Buenos Aires, donde permanecía recluido desde hacía años a raíz de sus problemas de salud, según han informado allegados al autor. Sábato, quien fue el último superviviente de los escritores con mayúscula de la literatura argentina, estaba ya prácticamente ciego, lo que lo mantenía retirado en su residencia de Santos Lugares.






Me llamo Ernesto, porque cuando nací, el 24 de junio de 1911, día del nacimiento de san Juan Bautista, acababa de morir el otro Ernesto, al que, aun en su vejez, mi madre siguió llamando Ernestito, porque murió siendo una criatura. "Aquel niño no era para este mundo", decía. Creo que nunca la vi llorar -tan estoica y valiente fue a lo largo de su vida-, pero, seguramente, lo haya hecho a solas. Y tenía noventa años cuando mencionó, por última vez, con sus ojos humedecidos, al remoto Ernestito. Lo que prueba que los años, las desdichas, las desilusiones, lejos de facilitar el olvido, como se suele creer, tristemente lo refuerzan.

Extracto del libro de memorias Antes del fin (1999).





30/04/11

El fallecimiento se produjo en su casa de Santos Lugares. Notable autor y ensayista, escribió El túnel y Sobre héroes y tumbas, entre otras obras clave. Fue titular de la Conadep tras el regreso de la democracia. En 1984 había recibido el Premio Cervantes, el más importante de la literatura en español. (Texto extraído del periódico argentino CLARÍN)




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A continuación se inserta un texto firmado por Sábato en el que se centra en la figura de su compatriota y colega Jorge Luis Borges.



TRIBUNA: ERNESTO SÁBATO

Subyugante, orfebre de la lengua castellana

ERNESTO SÁBATO 16/06/1986

Borges fue uno de los más grandes escritores de nuestro tiempo y uno de los más subyugantes orfebres de la lengua castellana de toda su historia. Siento que no haya muerto en su tierra porque sus ácidas diatribas contra la Argentina son precisamente consecuencia de su pasión nacional, como le ha pasado a tantos españoles ilustres.

Porque Borges era argentino hasta la médula de sus huesos, a pesar de ese cosmopolitismo que ha hecho decir a tanta gente que era un escritor europeo. Probablemente era un artista europeizante, lo que también es peculiar de los argentinos. Paradójicamente, eso está probando que no era europeo, ya que los, europeos son simplemente europeos.

Muestra sutil

Como aquellos escritores rusos de la época zarista, y es el caso de Turgeniev, que fue acusado de occidentalista por los eslavófilos y que hoy advertimos que era tan ruso como el zar. La lengua de Borges es también una muestra sutil pero profunda de su argentinismo, una variedad del castellano que difiere en tantas cosas. Porque nosotros los españoles y los argentinos podemos repetir aquel enunciado casi hegeliano de Bernard Sham, a propósito de ingleses y americanos: una lengua común nos separa. Su influencia fue vasta y en particular todos los escritores argentinos, que vinimos después le debemos algo en mayor o menor medida.

EL PAÍS


Nota.- "Bernard Sham": Probablemente se trate de una errata , pues a quien se le atribuye esa idea es a Bernard Shaw









martes, 26 de abril de 2011

23 de abril de 2011. DÍA DEL LIBRO Y DE LOS DERECHOS DE AUTOR

"EL QUE LEE MUCHO Y ANDA MUCHO, VE MUCHO Y SABE MUCHO"


Segunda parte de El Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha

(Miguel de Cervantes Saavedra)
Capítulo XXV

Donde se apunta la aventura del rebuzno y la graciosa del titerero, con las memorables adivinanzas del mono adivino
[...]
-Señor huésped, ¿hay posada? Que viene aquí el mono adivino y el retablo de la libertad de Melisendra.
-¡Cuerpo de tal -dijo el ventero-, que aquí está el señor maese Pedro! Buena noche se nos apareja.
Olvidábaseme de decir como el tal maese Pedro traía cubierto el ojo izquierdo y casi medio carrillo con un parche de tafetán (1) verde, señal que todo aquel lado debía de estar enfermo; y el ventero prosiguió, diciendo:
-Sea bien venido vuesa merced, señor maese Pedro. ¿Adónde está el mono y el retablo, que no los veo?
-Ya llegan cerca -respondió el todo camuza (2)-; sino que yo me he adelantado, a saber si hay posada.
-Al mismo Duque de Alba se la quitara para dársela al señor maese Pedro -respondió el ventero-: llegue el mono y el retablo, que gente hay esta noche en la venta que pagará el verle, y las habilidades del mono.
-Sea en buen hora -respondió el del parche-; que yo moderaré el precio, y con sola la costa me daré por bien pagado (3) ; y yo vuelvo a hacer que camine la carreta donde viene el mono y el retablo.
Y luego se volvió a salir de la venta.
Preguntó luego don Quijote al ventero qué maese Pedro era aquél y qué retablo y qué mono traía. A lo que respondió el ventero:
-Éste es un famoso titerero, que ha muchos días que anda por esta Mancha de Aragón enseñando un retablo de Melisendra, libertada por el famoso don Gaiferos, que es una de las mejores y más bien representadas historias que de muchos años a esta parte en este reino se han visto. Trae asimismo consigo un mono de la más rara habilidad que se vio entre monos, ni se imaginó entre hombres; porque si le preguntan algo, está atento a lo que le preguntan y luego salta sobre los hombros de su amo, y, llegándosele al oído, le dice la respuesta de lo que le preguntan, y maese Pedro la declara luego; y de las cosas pasadas dice mucho más que de las que están por venir; y aunque no todas veces acierta en todas, en las más no yerra; de modo que nos hace creer que tiene el diablo en el cuerpo. Dos reales lleva por cada pregunta, si es que el mono responde, quiero decir, si responde el amo por él, después de haberle hablado al oído; y así, se cree que el tal maese Pedro esta riquísimo; y es hombre galante (como dicen en Italia) y bon compaño, y dase la mejor vida del mundo; habla más que seis y bebe más que doce, todo a costa de su lengua, y de su mono, y de su retablo.
En esto, volvió maese Pedro, y en una carreta venía el retablo, y el mono, grande y sin cola, con las posaderas de fieltro, pero no de mala cara; y apenas le vio don Quijote, cuando le preguntó:
-Dígame vuesa merced, señor adivino: ¿qué peje pillamo? ¿Qué ha de ser de nosotros?. Y vea aquí mis dos reales.
Y mandó a Sancho que se los diese a maese Pedro, el cual respondió por el mono, y dijo:
-Señor, este animal no responde ni da noticia de las cosas que están por venir; de las pasadas sabe algo, y de las presentes, algún tanto.
-¡Voto a Rus -dijo Sancho- no dé yo un ardite (4) porque me digan lo que por mí ha pasado!; porque ¿quién lo puede saber mejor que yo mesmo? Y pagar yo porque me digan lo que sé sería una gran necedad; pero pues sabe las cosas presentes, he aquí mis dos reales, y dígame el señor monísimo qué hace ahora mi mujer Teresa Panza, y en qué se entretiene.
No quiso tomar maese Pedro el dinero, diciendo:
-No quiero recebir adelantados los premios, sin que hayan precedido los servicios.
Y dando con la mano derecha dos golpes sobre el hombro izquierdo, en un brinco se le puso el mono en él, y llegando la boca al oído, daba diente con diente muy apriesa; y habiendo hecho este ademán por espacio de un credo, de otro brinco se puso en el suelo, y al punto, con grandísima priesa, se fue maese Pedro a poner de rodillas ante don Quijote, y abrazándole las piernas, dijo:
-Estas piernas abrazo, bien así como si abrazara las dos colunas de Hércules, ¡oh resucitador insigne de la ya puesta en olvido andante caballería! ¡Oh no jamás como se debe alabado caballero don Quijote de la Mancha, ánimo de los desmayados, arrimo de los que van a caer, brazo de los caídos, báculo (5) y consuelo de todos los desdichados!
Quedó pasmado don Quijote, absorto Sancho, suspenso el primo, atónito el paje, abobado el del rebuzno, confuso el ventero, y, finalmente, espantados todos los que oyeron las razones del titerero, el cual prosiguió, diciendo:
-Y tú, ¡oh buen Sancho Panza! el mejor escudero y del mejor caballero del mundo, alégrate; que tu buena mujer Teresa está buena, y ésta es la hora en que ella está rastrillando (6) una libra de lino, y, por más señas, tiene a su lado izquierdo un jarro desbocado que cabe un buen porqué de vino, con que se entretiene en su trabajo.
-Eso creo yo muy bien -respondió Sancho-; porque es ella una bienaventurada, y a no ser celosa, no la trocara (7) yo por la giganta Andandona, que, según mi señor, fue una mujer muy cabal y muy de pro; y es mi Teresa de aquellas que no se dejan mal pasar, aunque sea a costa de sus herederos.
-Ahora digo -dijo a esta sazón don Quijote- que EL QUE LEE MUCHO Y ANDA MUCHO, VE MUCHO Y SABE MUCHO. Digo esto porque, ¿qué persuasión fuera bastante para persuadirme que hay monos en el mundo que adivinen, como lo he visto ahora por mis propios ojos? Porque yo soy el mesmo don Quijote de la Mancha que este buen animal ha dicho, puesto que se ha estendido algún tanto en mis alabanzas; pero comoquiera que yo me sea, doy gracias al cielo, que me dotó de un ánimo blando y compasivo, inclinado siempre a hacer bien a todos, y mal a ninguno.
-Si yo tuviera dineros -dijo el paje-, preguntara al señor mono qué me ha de suceder en la peregrinación (8) que llevo.
A lo que respondió maese Pedro, que ya se había levantado de los pies de don Quijote:
-Ya he dicho que esta bestezuela no responde a lo por venir; que si respondiera, no importara no haber dineros; que por servicio del señor don Quijote, que está presente, dejara yo todos los intereses del mundo. Y agora, porque se lo debo, y por darle gusto, quiero armar mi retablo y dar placer a cuantos están en la venta, sin paga alguna.
Oyendo lo cual el ventero, alegre sobremanera, señaló el lugar donde se podía poner el retablo, que en un punto fue hecho.
Don Quijote no estaba muy contento con las adivinanzas del mono, por parecerle no ser a propósito que un mono adivinase, ni las de por venir, ni las pasadas cosas; y así, en tanto que maese Pedro acomodaba el retablo, se retiró don Quijote con Sancho a un rincón de la caballeriza, donde, sin ser oídos de nadie, le dijo:
-Mira, Sancho, yo he considerado bien la estraña habilidad deste mono, y hallo por mi cuenta que sin duda este maese Pedro su amo debe de tener hecho pacto, tácito o expreso, con el demonio.



Glosario

(1) tela delgada de seda. (2) vestido. (3) no cobrará dinero alguno por su espectáculo. (4) no dar nada. (5) apoyo. (6) limpiar el terreno. (7) cambiará. (8) viaje.