lunes, 11 de mayo de 2020

TÉCNICA DE ELABORACIÓN DE ESQUEMAS A PARTIR DE UN ARTÍCULO



  • Se os propone una actividad sencilla para ejercitar la técnica de elaboración de esquemas a partir de un artículo de actualidad de Fernando Ónega, publicado en La Voz de Galicia.

Además, sobre el texto de Ónega, se os facilita el trabajo con destacados de color y matices tipográficos que pretenden poner de relieve la estructura del artículo.

Por otra parte, podéis tener en cuenta su estilo a la hora de plantear un comentario crítico propio (aunque esto no se pide en esta entrada).


Si eres persona, no te fíes
       Una parte de España entrará el lunes en la fase número uno de la desescalada. De hecho, este fin de semana los ciudadanos beneficiados ya saben quiénes son y podrán disfrutar como si ya estuviesen en esa fase. El cambio de fase es una buena noticia. Ante ella solo falta pedir, como si fuese una oración, que salga bien, y este cronista lo pide, porque puede ser un éxito o puede ser un fracaso. Hay tantos beneficios como peligros. El mayor beneficio es la sensación de que lo peor puede haber pasado desde el punto de vista sanitario. Algunos negocios respiran, otros se arriesgan a abrir sin garantía de rentabilidad, un numeroso grupo no se atreve todavía a subir la persiana y a los ciudadanos se les afloja el corsé que causó tantos ahogos. Los peligros son básicamente tres: la relajación, el cinismo y la evidencia de que el virus sigue ahí.
       Hablo de relajación por las imágenes que las televisiones nos han ofrecido en los últimos días: grupos de personas en animada charla sin guardar la distancia física; pandas de chavales que hacen equipo y juegan en parques y playas; ausencia visible de mascarillas en los paseos a cualquier hora del día; guantes que parecen un artículo de lujo porque casi nadie los lleva… Los ciudadanos que tantos elogios -y multas- recibieron por su actitud se han vuelto confiados o se cansaron del confinamiento y juegan a la ruleta rusa. Es humanamente entendible, pero sanitariamente una insensatez. Menos mal que parecen una minoría.
       Hablo de cinismo por lo sucedido en la Comunidad de Madrid: se pidió cambio de fase por razones económicas y se abrió una tormenta política. ¿Dónde está el cinismo?, se preguntarán ustedes. Está en que todo el mundo lo hizo. Si no fuese por el argumento económico, el Gobierno no abriría la mano mientras mantiene el estado de alarma, evidente contradicción. Y algo parecido se puede decir del resto de los gobiernos europeos. Y ese es el tercer peligro, porque lo sanitario pasa a segundo nivel de preocupación.
       Y hablo de la permanencia del virus porque la confirman los datos: sigue creciendo el número de contagiados, sigue muriendo gente y, por muchos indicios positivos que destaquemos, lo cierto es que el covid-19 sigue metiendo personas en la UCI y en la tumba. Conclusión: si el virus sigue ahí, y con bastante despiste de los científicos; si hay expertos que temen un rebrote de la epidemia; si priman las razones económicas y si la relajación puede crear un clima de confianza que al final degenera en descuido, solo podemos darnos un consejo: salvarnos depende de nosotros. Si estamos en estado de alarma, sigamos cada uno en estado de alerta. El contagio se puede producir en cualquier momento y en cualquier rincón.
Fernando Ónega, La Voz de Galicia, 9 de mayo de 2020


Si eres persona, no te fíes
       Una parte de España entrará el lunes en la fase número uno de la desescalada. De hecho, este fin de semana los ciudadanos beneficiados ya saben quiénes son y podrán disfrutar como si ya estuviesen en esa fase. El cambio de fase es una buena noticia. Ante ella solo falta pedir, como si fuese una oración, que salga bien, y este cronista lo pide, porque puede ser un éxito o puede ser un fracaso. Hay tantos beneficios como peligros. El mayor beneficio es la sensación de que lo peor puede haber pasado desde el punto de vista sanitario. Algunos negocios respiran, otros se arriesgan a abrir sin garantía de rentabilidad, un numeroso grupo no se atreve todavía a subir la persiana y a los ciudadanos se les afloja el corsé que causó tantos ahogos. Los peligros son básicamente tres: la relajación, el cinismo y la evidencia de que el virus sigue ahí.
       Hablo de relajación por las imágenes que las televisiones nos han ofrecido en los últimos días: grupos de personas en animada charla sin guardar la distancia física; pandas de chavales que hacen equipo y juegan en parques y playas; ausencia visible de mascarillas en los paseos a cualquier hora del día; guantes que parecen un artículo de lujo porque casi nadie los lleva… Los ciudadanos que tantos elogios -y multas- recibieron por su actitud se han vuelto confiados o se cansaron del confinamiento y juegan a la ruleta rusa. Es humanamente entendible, pero sanitariamente una insensatez. Menos mal que parecen una minoría.
       Hablo de cinismo por lo sucedido en la Comunidad de Madrid: se pidió cambio de fase por razones económicas y se abrió una tormenta política. ¿Dónde está el cinismo?, se preguntarán ustedes. Está en que todo el mundo lo hizo. Si no fuese por el argumento económico, el Gobierno no abriría la mano mientras mantiene el estado de alarma, evidente contradicción. Y algo parecido se puede decir del resto de los gobiernos europeos. Y ese es el tercer peligro, porque lo sanitario pasa a segundo nivel de preocupación.
       Y hablo de la permanencia del virus porque la confirman los datos: sigue creciendo el número de contagiados, sigue muriendo gente y, por muchos indicios positivos que destaquemos, lo cierto es que el covid-19 sigue metiendo personas en la UCI y en la tumba. Conclusión: si el virus sigue ahí, y con bastante despiste de los científicos; si hay expertos que temen un rebrote de la epidemia; si priman las razones económicas y si la relajación puede crear un clima de confianza que al final degenera en descuido, solo podemos darnos un consejo: salvarnos depende de nosotros. Si estamos en estado de alarma, sigamos cada uno en estado de alerta. El contagio se puede producir en cualquier momento y en cualquier rincón.


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